El tercer molar, cordal o muela del juicio es la última muela definitiva que aparece en boca, normalmente, entre los 17 y 22 años de edad, cuando ya llevan unos años “funcionando” el 1º y 2º molar.
Se trata de un vestigio filogenético, es decir, una pieza dentaria extra que cumplía su función en la especie humana hace siglos pero que actualmente, tiende a no aparecer en las sucesivas generaciones.
En la antigüedad, los huesos maxilares del ser humano estaban más desarrollados y había espacio para ese tercer grupo de molares pero, de forma progresiva, se va produciendo una reducción en el tamaño de esos
huesos que hace que la muela del juicio, normalmente no tenga espacio suficiente para colocarse de forma correcta en la arcada dentaria.
¿Qué problemas pueden ocasionar las muelas del juicio a lo largo de la
vida?
Aunque en ocasiones hay hueco suficiente para que se coloquen de forma correcta, por lo general no van a tener ese espacio y no se van a poder posicionar y alinear correctamente en su arco dentario.
Esto puede dar lugar a problemas periodontales y a alteraciones en la forma de morder con la repercusión consiguiente en las articulaciones témporo-mandibulares (ATM) y los músculos de la masticación.
Otras veces, las muelas del juicio, se quedan en el interior del hueso sin llegar a aparecer. Decimos que están incluídas. Normalmente ahí no suelen dar problemas pero conviene vigilarlas cada 1-2 años porque
podrían llegar a producir quistes dentro de ese maxilar o mandíbula que obliguen a quitar la muela con el quiste generado.
En ocasiones, la muela, no llega a salir del todo pero emerge de la encía parcialmente dejando que las bacterias proliferen a sus anchas en esas bolsas y espacios imposibles de cepillar. Esto va a dar lugar a inflamaciones de repetición en la encía que rodea a la pieza (pericoronaritis). Son molestas, pueden ser bastante dolorosas e incluso, si empeoran, pueden aparecer flemones o abscesos que requieran un tratamiento hospitalario.
Aparte de las pericoronaritis, esos cordales incluídos, por la dificultad de limpiar, van a dar lugar a caries en los segundos molares, es decir, los que están justo por delante y que, estos sí, son piezas necesarias en nuestra
dentición. Suelen ser caries agresivas y que se localizan en el cuello de la muela, es decir, muy profundas por lo que con gran frecuencia, son irreparables y terminan en la extracción de la pieza.

¿Cómo saber si tenemos muelas del juicio y si conviene o no
quitarlas?
En una consulta rutinaria y con una prueba de imagen sencilla como la ortopantomografía o radiografía panorámica, el cirujano maxilofacial valorará la presencia de la muela del juicio y su posicionamiento en la
arcada dentaria. Nos orientará sobre si es necesaria su extracción y cuándo realizarla.
Generalmente se aconseja extraer las muelas del juicio siempre que den problemas o vayan a darlos en algún
momento. A veces, se decide su extirpación en edades tempranas, cuando la muela está todavía “formándose”, si se ve claramente que no va a haber espacio para albergarla. La cirugía, en estos casos, es mucho más sencilla y el postoperatorio más favorable.
¿Tiene la extracción de las muelas del juicio algún tipo de riesgo?
Como cualquier cirugía que se realice en el cuerpo humano, no está carente de posibles complicaciones. Algunas son relativamente frecuentes aunque muy leves, como la inflamación postoperatoria que se resuelve en unos días.
Otras descritas, como la lesión del nervio dentario inferior con la consiguiente pérdida de sensibilidad en parte del labio inferior o la afectación del seno maxilar, son complicaciones absolutamente excepcionales en manos expertas.
Por todo lo anterior, mi recomendación es la elección de un cirujano maxilofacial experiencia en este tipo de cirugías.
Dr. JORGE GINER DIAZ
Nº col. 2854778gk
Cirugía Oral y Maxilofacial